Por Juan
Carlos Lemus
Pocos libros son dignos de ser recordados para el
aniversario de su primera comunión.
Casi siempre tales remembranzas son trucos editoriales para
celebrar una nueva misa (provocar
reventas, hacer presentaciones y vender estampitas); otras veces sirven sólo al
ego para recordarle “al mundo que soy escritor y existo”.
En el caso de Los Compañeros (Joaquín Mortiz, 1976), novela
de Marco Antonio Flores, puede que sirva para ambas cosas, pero justo es
celebrarlo puesto que se trata de una obra literaria que en su momento cambió el
rumbo de la narrativa guatemalteca.
Aclaremos que Flores no descubrió un
nuevo lenguaje ni fue novedoso en la
estructura narrativa que utiliza,
pues ya para entonces en
Latinoamérica existía esa ruptura estructural y el uso de un lenguaje coloquial, tan
relajado y libre como el que él utiliza en Los Compañeros. El mejor ejemplo lo
encontramos en la novela Cuando quiero llorar no lloro (Tiempo Nuevo, 1970), de
Miguel Otero Silva (Barcelona, 1908;
Venezuela, 1985), quien (también al igual que otros, tanto en la
narrativa como en la poesía) rompe el
discurso lineal, se vale de las famosas violaciones estructurales y ameniza la narración con un vaivén temporal
divertido, alternando con cortes que hacen rodajas una oración.
En Los Compañeros, la historia va de 1942 a 1969; En Cuando quiero llorar no lloro
inicia con personajes cristianos
del siglo IV y culmina con noticias de
la prensa de 1948.
El caso comparativo no es inédito. Bastante se sabe de los
estudios de El Señor Presidente de
Asturias y Tirano Banderas de Valle
Inclán. Etcétera. No se pretende aquí hacer un cotejo
académico, sino reconocer el gran valor
literario de Los Compañeros en la
narrativa guatemalteca, pero sin sacralizar al autor ni al libro, tal como ha sucedido con muchos de los libros de
autores nacionales.
Abordar sin mitos, leer sin entronizaciones, esa es la idea.
El resultado de lo contrario, ya lo conocemos, es el ensoberbecimiento de escritores mediocres
cuya producción voluminosa jamás alcanzará una estatura como la de Los
Compañeros. Para celebrar los 30 años de la primera publicación de este
libro, F&G Editores lanza una nueva edición que ya puede ser encontrada en las principales
librerías del país.
Marco Antonio Flores fue designado hace una semana Premio Nacional de Literatura 2006 por el
Ministerio de Cultura y Deportes, como un reconocimiento a toda su obra
publicada hasta la fecha. Premio este
que vale la pena cuando recae en nombres como el suyo.